TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS

JUEVES DE LA DECIMOCTAVA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

La Transfiguración del Señor / Fiesta / Color: blanco

Todos los años en el segundo domingo de Cuaresma, la Iglesia medita el relato del Evangelio de la Transfiguración de Jesús: en ese tiempo sirve de preparación al triduo Pascual, porque fija nuestra mirada en la muerte y la resurrección del Señor, la luz de la Transfiguración anticipa, de alguna manera, el misterio pascual completo. La fiesta de hoy retoma ese relato, pero desde la perspectiva pascual y con una proyección escatológica: Jesús es verdaderamente Dios, tal como lo comprendieron los tres testigos privilegiados de la Transfiguración: Pedro, Santiago y Juan.


Antífona de entrada             Cf. Mt 17, 5

En una nube resplandeciente se apareció el Espíritu Santo, y al mismo instante resonó desde la nube la voz del Padre que decía: Este es mi querido Hijo, en quien tengo todas mis complacencias. A él habéis de escuchar.

Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que en la transfiguración gloriosa de tu Hijo unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas y prefiguraste admirablemente la perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos que, escuchando la voz de tu Hijo amado, merezcamos ser coherederos suyos. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Su vestidura era blanca como la nieve.

Lectura de la profecía de Daniel 7, 9-10. 13-14

En el año primero de Baltasar, rey de Babilonia, tuvo Daniel una visión en sueños; y la visión la tuvo su mente estando en la cama; y escribió el sueño, y púsole en pocas palabras, refiriéndolo en compendio de esta manera: Estaba yo observando, hasta tanto que se pusieron una sillas; y el anciano de muchos días se sentó: eran sus vestiduras blancas como la nieve, y como lana limpia los cabellos de su cabeza; de llamas de fuego era su trono, y fuego encendido las ruedas de éste. Salía de delante de él un impetuoso río de fuego; eran millares de millares los que le servían, y mil millones, o innumerables, los que asistían ante su presencia. Sentóse para juzgar, y fueron abiertos los libros, o procesos. Yo estaba, pues, observando durante la visión nocturna, y he aquí que venía entre las nubes del cielo un personaje que parecía el Hijo del hombre; quien se adelantó hacia el anciano de muchos días, y le presentaron ante él. Y dióle éste la potestad, el honor y el reino; y todos los pueblos, tribus y lenguas le servían a él; la potestad suya es potestad eterna que no le será quitada, y su reino es indestructible. PALABRA DE DIOS

SALMO RESPONSORIAL 96,1-2. 5-6. 9

R/. Tú eres el Señor Altísimo sobre toda la tierra.

El Señor es el que reina: regocíjese la tierra; muestre su júbilo la multitud de islas. Circuído está de una densa y oscura nube; justicia y juicio son el sostén de su trono. R/.

Derritiéronse, como cera, los montes a la presencia del Señor; a la presencia del Señor se derretirá la tierra toda. Anunciaron los cielos su justicia; y todos los pueblos vivieron su gloria. R/.

Porque tú eres el Señor Altísimo sobre toda la tierra; tú eres infinitamente más elevado que todos los dioses. R/.

SEGUNDA LECTURA

Nosotros oímos también esta voz venida del cielo.

Lectura de la epístola segunda del Apóstol san Pedro 1, 16-19

Hermanos míos:

Por lo demás, no os hemos hecho conocer el poder y la venida de Nuestro Señor Jesucristo, siguiendo fábulas o ficciones ingeniosas; sino como testigos oculares de su grandeza: porque al recibir de Dios Padre aquel glorioso testimonio, cuando desde la nube en que apareció con tanta brillantez la gloria de Dios, descendió una voz que le decía: Este es mi Hijo amado, en quien estoy complaciéndome, escuchadle, nosotros oímos también esta voz venida del cielo, y vimos su gloria estando con él en el monte santo del Tabor. Pero tenemos todavía el testimonio más firme que el nuestro que es el de los profetas, al cual hacéis bien en mirar atentamente, como a una antorcha que luce en un lugar oscuro, hasta tanto que amanezca el día, y la estrella de la mañana nazca en vuestros corazones. PALABRA DE DIOS

 EVANGELIO ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mt 17, 5c

Aleluya. Este es mi querido Hijo, en quien tengo todas mis complacencias. A él habéis de escuchar. Aleluya.

EVANGELIO

Su rostro se puso resplandeciente como el sol.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 17, 1-9

Seis días después tomó Jesús consigo a Pedro, y a Santiago, y a Juan su hermano; y subiendo con ellos solos a un alto monte, se transfiguró en su presencia; de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestidos blancos como la nieve. Y al mismo tiempo les aparecieron Moisés y Elías conversando con él de lo que debía padecer en Jerusalén. Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo a Jesús: Señor, bueno es estarnos aquí; si te parece, formemos aquí tres pabellones, uno para ti, otro para Moisés, y otro para Elías. Todavía estaba Pedro hablando, cuando una nube resplandeciente vino a cubrirlos; y al mismo instante resonó desde la nube una voz que decía: Este es mi querido Hijo, en quien tengo todas mis complacencias. A él habéis de escuchar. A esta voz los discípulos cayeron sobre su rostro en tierra, y quedaron poseídos de un grande espanto. Mas Jesús se llegó a ellos, los tocó, y les dijo: Levantaos, y no tengáis miedo. Y alzando los ojos, no vieron a nadie, sino a solo Jesús. Y al bajar del monte, les puso Jesús precepto, diciendo: No digáis a nadie lo que habéis visto, hasta tanto que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos. PALABRA DEL SEÑOR

Credo

Oración de los fieles

Invoquemos, hermanos, a Dios, nuestro Padre, que, al revelarnos la gloria de su Hijo amado, nos muestra la esperanza a la que estamos llamados:

Para que Dios conceda a las Iglesias de Oriente, que hoy celebran con gran solemnidad la Transfiguración de Jesucristo, encontrar su gozo en el hecho de que la luz de la gloria del Señor resplandezca sobre ellas, roguemos al Señor. V/. Roguemos al Señor. R/. Te lo pedimos, Señor.

Para que quienes empiezan a sentirse atraídos por el Evangelio encuentren quien los ayude a transformar la simple admiración en una fe plena en Jesucristo, roguemos al Señor. R/.

Para que Dios fortalezca a los enfermos con la esperanza de que su condición humilde será trasformada según el modelo de la condición gloriosa de Jesucristo, roguemos al Señor. R/.

Para que el Dios de la gloria, que nos llama a vivir en su presencia, nos conceda el espíritu de contemplación y oración, de manera que gustemos ya desde ahora el gozo que nos prepara en el cielo, roguemos al Señor. R/.

Escucha nuestra oración, Dios todopoderoso y eterno, e ilumínanos con tu gracia, para que vivamos siempre a la espera de la manifestación de Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

LITURGIA EUCARÍSTICA

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Santifica, Señor, las ofrendas que te presentamos en la gloriosa transfiguración de tu Hijo único, y, por el resplandor de su luz, purifícanos de nuestros pecados. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

EL MISTERIO DE LA TRANSFIGURACIÓN

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

Porque Él reveló su gloria ante los testigos que había elegido, y revistió su cuerpo, semejante al de todos los hombres, de un extraordinario esplendor, para apartar del corazón de sus discípulos el escándalo de la cruz, y manifestar que se cumpliría en la totalidad del cuerpo de la Iglesia lo que brilló admirablemente en él mismo, su cabeza.

Por eso, unidos a los ángeles en el cielo, cantamos en la tierra el himno de tu gloria, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo…

Antífona de comunión         Cf. 1 Jn 3, 2

Cuando se manifestare claramente Jesucristo, seremos semejantes a él en la gloria, porque le veremos como él es.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor y Dios nuestro, que los alimentos celestiales recibidos nos transformen en imagen de tu Hijo, cuyo esplendor quisiste manifestar en su gloriosa transfiguración. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

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